Kratos, padre y guerrero, fue criado en Esparta, una ciudad de Grecia caracterizada por ser la cuna de los mejores guerreros. Desde muy pequeño Kratos mostraba gran fuerza, resistencia y tenacidad, a diferencia de su hermano menor, el cual fue secuestrado por Ares y llevado a los dominios de la muerte debido a la profecía del guerrero marcado (donde Kratos al tratar de detenerlo fue golpeado gravemente en el ojo por Ares, causándole su cicatriz). Kratos fue reclutado y separado de su madre. Con gran maestría, entrenamiento, disciplina y constancia,
fue escalando rangos en la milicia espartana, hasta alcanzar al grado de general, junto a miles de guerreros que estaban bajo su mando.
Uno tras otro, los pueblos bárbaros caían ante las tácticas brutales y despiadadas, pero eficientes, de Kratos. Este llevó su ambición al máximo para seguir conquistando ejércitos. Su esposa era la única que le imponía el deseo de parar con estas guerras, con esta masacre.
Fue en el Norte donde se enfrentó con su destino, un gran ejército de bárbaros le hizo frente. Sus subordinados fueron cayendo uno por uno y Kratos quedó solo a merced del jefe bárbaro y sus guerreros.
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